Los estudiantes Santiago Trigona, Victor Ortiz, Fernando
Lopez, Matias Romero y Javier Benitez del Instituto Nazareth formulan una
interesante reflexión, la que explica el por qué de nuestro entendimiento y
estructura cultural.
El hombre llega al
mundo y no tiene noción del bien o del mal. Es la sociedad quien le introduce
esa noción, esto es perjudicial para el hombre ya que debe elegir entre dos
polos que son totalmente diferentes, opuestos y negadores unos del otro. Cuando
el hombre se choca con la realidad es cuando se da cuenta que esa lógica no
puede aplicarse para el entendimiento de las relaciones sociales.
A esto se le agrega que
esa cultura va convirtiendo al hombre en un ser que se vuelve materialista, es ahí
cuando cambia su forma de pensar, entender y plantearse sus objetivos; los cuales
los vuelca hacia acciones que lo determina como individualista, egoísta,
superfluo y competitivo. Todas estas características se dan dentro de un campo
social, el que a su vez es conflictico, dado que tal representación y acción
social se reproduce en las demás personas.
Esto sucede porque un
sector social se apropio del capital cultural, definimos a esto como la
delineación de ideas, hábitos, costumbres y modos de entender que son
apropiados por un sector social, el cual los construyen, transforman y lo
distribuyen como idea válida para el resto de las personas. De esta acción surge un tipo de conocimiento mecánico
y lineal; este sistema de idea actúa como medio de protección, ya que el otro
conforma un ideario social que tiende a darle forma a una serie de prácticas
sociales, de allí las personas adoptan formas de vestir, modelo educativo, grupos
de amigos, etc. Este proceso limita la acción del hombre, dado que se le impone
este una serie de gustos y rol, el cual está determinado por los grupos de
poder.
Por otro lado el hombre
se encuentra limitado por esa construcción cultural, ya que se determinan sus
objetivos y visión de progreso, sus deseos, posicionamiento político, etc. en
definitiva el hombre se vuelve materialista en el sentido de que cuanto más
tiene más quiere; esto los ata cada vez más al sistema, dado que sus metas son
establecidas por los grupos de poder.
Más allá de esto las
intenciones de las personas son diferentes, generando un estado de competencia
de unos contra otros. Esto fragmenta a la sociedad y divide al hombre, dado que
solamente piensa en él y los suyos, rompiendo los lazos de solidaridad, ya que su
objetivo y finalidad que es particular y no social.
Debido a todo esto
todas las personas son diferentes unas con respecto a la otra, y todos manejan
un aspecto particular en relación con estilos o formas de pensar y actuar; esto
significa que los sujetos adquieren la idea de que son plenamente libres, pero
en contraposición a ello, la diferenciación entre individuos es cada vez mayor.
Esto es lo que da lugar a ser unos diferentes de otros, pero al mismo tiempo
somos lo mismo con distinto camuflaje.
En síntesis, podemos
decir que el sujeto está plenamente sujetado al sistema, es este quien
determina las valorizaciones y formas de actuar y pensar, tal hecho surge de la
adquisición de hábitos y costumbres, los cuales son definidos por los grupos de
poder, son estos lo que se apropian del capital cultural y desde allí forman
una estructura cultural, la cual le da forma nuestras representaciones
sociales.